Adiós al satisfyer [Vídeo]

Hola sincretistas.
Hoy en día, puedes llegar a la "satisfacción" sexual de forma rápida, inmediata y repetitiva.
¿Qué bien, no Gerard?
Pues no. Eso, a pesar de parecer un logro, es un problema y te aleja de una sexualidad más profunda.
Sí, estoy hablando de tu consolador.
Te voy a explicar porqué un consolador no es la solución a una buena sexualidad y cómo puedes explorar un onanismo más sano y satisfactorio.
Así que ¡acompáñame!
[He grabado el artículo en vídeo, por si prefieres verme a mi en lugar de leer!]
Pues resulta que desde hace un tiempo parece que lo único interesante del sexo está en la polla y en el coño y, como tal, estamos constantemente preocupados por su sobre estimulación a todos los niveles. Buscamos treinta mil formas de estimular nuestros órganos sexuales de mil maneras: lubricantes, aparatitos, porno, fantasías. Lo que sea para estimular y activar nuestra zona genital de forma rápida y efectiva, bien sea generando una potente erección o llenando de flujos la vagina.
Y, claro está, lo conseguimos. Pues hemos creado un sinfín de cositas, conceptos y mierdas varias para no dejar que el cuerpo se tome el tiempo para despertarse en la sexualidad corporal.
Ya no nos interesa conocer las sensaciones de nuestro cuerpo.
Tal y como funciona la sociedad hoy, queremos resultados rápidos y efectivos que nos den, cuanto menos, la apariencia de estar a tope con la sexualidad.
Qué más da si nos saltamos los pasos previos, los preliminares y todas esas mandangas que no hacen más que retrasar lo realmente bueno.
Así, nos hacemos fans absolutos de las alternativas rápidas y efectivas para llevarnos al placer sexual.
Y aquí es donde tengo que hablar de los consoladores.
Es decir, los que nos consuelan.
Mira que la palabrita tiene su miga en sí misma.
Ante todo, no se me asusten las mujeres, pues no hablo de consoladores femeninos, o al menos no sólo eso, sino también de consoladores masculinos que los hay... y lo sabes.
Esas bombas de vacío maravillosas, esos hinchables, esas cremitas y también un montón de sucedáneos varios que nos ayudan a pasar el mal trance del "¿estoy excitado o no?" "¿tengo energía en el cuerpo para buscar el santo grial o no?". El objetivo es saltarnos ese proceso que tiene tanto que ver con autoconocernos e ir directamente hacia lo que debería estarnos pasando.
Y así todos felices y contentos.
Imagínate: parece que lo sientes. Sí, sientes esas ganicas… eso que notas como una tensión… Pues eso es posible que provenga de un aburrimiento previo, quizás de una emoción que no puedo gestionar o de una necesidad de relajarse. En cualquier caso, el objetivo es hacer desaparecer en el triángulo de las bermudas estas tres preguntas:
"¿Que pienso?" "¿Qué siento?" "¿Qué necesito?".
¿Esperar a que mi cueva esté húmeda y calentita? ¡No hace falta, cremita efecto calor y palante!
¿Esperar a que mi cuello de ganso se estimule ante el roce de un cuerpo erógeno? Nada nada, pastillita al canto y ¡a triunfar machote!
Y entonces nos hacemos unas pajillas, que esto siempre relaja.
Bueno, ya sé que soy un poco puritano con estas cosas, es verdad. Pero, ¿cuántas veces estimulamos nuestro cuerpo de forma artificial para que nos de ese placer que necesitas para yo qué sé qué? ¿Quizás para no vivir el momento presente?
No digo que siempre sea así. Lo que digo es que muchas veces usamos el sexo, bueno, la masturbación, como una forma de tapar ciertos estados de nuestra vida que precisan de otro tipo de gestión.
Por ejemplo: ¿Estás estresado?
Ok, pues trata de poner paz en tu vida, de tener un tiempo para estar contigo. Quizás desde ahí no necesitarás una paja nocturna para dormir... todos los días. Pues no es una masturbación para gozar, sentir el placer y el disfrute de tu propio cuerpo, sino que únicamente es un medio para descargar la tensión y así poder relajarte.
Como somos incapaces de relajarnos en nuestras vidas, optamos por el comodín del sexo para esos menesteres. Es decir, nos llevamos a la tensión, tensión y más tensión, para luego... Pum! Relax, y a dormir que es tarde y mañana uno se despierta pronto que ya se ha pasado el asunto y a otra cosa madaleno.
Y eso mismo incluso lo hacemos con el coito.
Nos acercamos a él como una forma de descarga de tensión, es decir, una forma de vaciarnos, en lugar de una forma de llenarnos. El sexo es un alimento, no un vómito. Los vómitos al váter.
De eso te hablaré otro día. De la importancia de darle un sentido real de búsqueda de placer a la masturbación. Así que si no te lo quieres perder, dale a like, suscríbete a mi canal y activa la campanita de notificaciones.
¡Sigamos!
El problema es que usamos la masturbación para casi todo menos para lo que realmente es: un encuentro corporal contigo, de placer, disfrute e intimidad.
Y claro, como realmente el cuerpo no está en esos menesteres de ayudar a relajarte de tu estresante vida, pues ¡al satisfyer que me agarro! Le digo a mi coño ¡tú te vas a correr, lo quieras o no!.
Y sí, forzamos al cuerpo a que libere la tensión a través del orgasmo, incrementando la tensión hasta llegar a un estado que obligamos al cuerpo a destensarse a través de un orgasmo o de una escupida de leche (descremada, sin duda, que ahí no hay chicha ni na).
Eso hace que poco a poco perdamos el contexto de una buena sexualidad y lo desconectemos del placer por disfrute y lo mantenemos en el placer por tensión.
Claro está que eso repercute luego en nuestra vida sexual. ¡Cómo no!
Ahí se notan los efectos de utilizar sucedáneos y consoladores en nuestra estimulación, pues sin ellos estamos perdidos.
Por lo menos nos queda el estímulo mental... ¡Sí! Y nos salimos de la escena real para meternos en otros paisajes vistos por internet. Como si el cuerpo real, el contacto y el estímulo sensorial no fueran suficientes.
Eso, eso también son consoladores (mentales).
Tratas de usar consoladores en todos tus procesos sexuales pues, al parecer, tu cuerpo sin ellos está impedido. Como si no pudiera contactar con el momento presente, con los jadeos, con los estímulos de la piel y los besos. Como si no pudieras llenar tu encuentro con multitud de muletas para poder caminar hacia una sexualidad liberadora.
Sí, cierto.
Entiendo que quizás te estás poniendo las manos en la cabeza diciendo ¿que mierdas dice este tío? Bueno, alguien tiene que decirlo. Así que lo digo y si no te gusta… sayonara baby.
Pero si todo lo que estoy contando te resuena dentro de ti, entonces quizás estamos tocando algo de verdad y no es tan descabellado lo que estoy diciendo.
Así pues, cuando tengas ganas de hacer chorrear la manguera y te des cuenta que no es por la sana necesidad de un contacto con tu placer (sino puramente para liberarte de las mierdas que te has tragado), entonces sal de la cama, ponte las zapatillas y vete a dar una vuelta. O reflexiona sobre tu vida y tus circunstancias y pregúntate qué es lo que te falta y por lo que optas por el recurso fácil de "consolarte".
Desde ahí es posible que empiecen a contactar contigo mismo y des espacio a que tu cuerpo sexual realmente aparezca.
¡Pero! Eso es altamente complejo, pues al haber aprendido a bien temprana edad que la sexualidad es una moneda de cambio a mis movidas internas, pues la cabra tira al monte y será verdaderamente complejo liberarte de ese patrón aprendido.
Para ello, te sugiero que dejes a un lado todos tus consoladores. ¡Todos!
Deja de consolarte, deja de apañarte la tarde, o las noches de fin de semana en las que no te comes un rosco. Deja de "darte una alegría" y observa qué le pasa a tu cuerpo verdaderamente. Quizás desde ahí puedas encontrar que hay cosas que tapas con tanto consuelo.
Y ahí ordena, no metas todo en un desahogo orgásmico forzado, no empujes al cuerpo a liberar lo que sea que deba liberar. Quizás estaría bien que esperaras a ese momento en el que el cuerpo se despierta y busca desde la propia sensación, desde la propia piel, alimentarse hacia un orgasmo o conocerse emocionalmente desde o hacia una eyaculación.
Notarás lo distinto que es.
Notarás que en ese momento no hay prisa, no hay necesidad de correr. No es tan importante la finalidad de explotar, pues el viaje te está resultando nutritivo y placentero, lleno de intimidad y reconocimiento sensorial.
Olvídate de los consoladores y procúrate una energía sexual que no los necesite.
“¡No! ¡El satisfyer no! ¡Él es el único que me comprende! ¡Mejor que ‘to’!”
Pues eso, pregúntate cosas ahí.
No digo que lo dejes a un lado siempre, ni mucho menos. Sólo digo que trates de explorar tu sexualidad sin consoladores alguna vez.
Trata de vivir la sexualidad solo alimentándote de tu propia energía sexual, nada más , a pelo, al natural, hazlo bio, hazlo ecológico, puro y simple. Tu contigo te sobras y te bastas, ¿para que muletas? Las muletas a los cojos y tú no lo eres. Tu cuerpo es perfectamente capaz de despertar y hacerte gozar de la sexualidad.
¿Qué no tienes ni idea de por dónde empezar? Ok, te dejo en la descripción un enlace a mi curso de Biosexualidad. Ahí empezarás, como tantos otros lo están haciendo ahora mismo, a disfrutar de ti mism@. Y no de consolarte a ti mism@.
Y hasta aquí el vídeo de hoy, no te olvides suscribirte, darle a like y activar la campanita de notificaciones. Ve por la sombra.
Un abrazo
Gerardo